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La paciente anciana con dolor en todo el cuerpo

Written By Unknown on miércoles, 3 de julio de 2013 | 6:48

Hernando Vanegas Toloza/ http://smarta-dolor-institutet.blogspot.se/.
Hacía yo una práctica para buscar mi servicio rural y después de dos meses comencé a atender pacientes. Atendía medicina general en la mañana –yo soy anestesiólogo- y por la tarde daba tratamiento de dolor crónico benigno. 
Una paciente de 94 años llegó a mi consultorio una tarde. Ella venía prácticamente cargada por su hija y quejándose de fuertes dolores en la espalda y en las nalgas y muslos; casi no podía moverse y cuando lo hacía sufría mucho. El dolor la atormentaba hacía ya muchos meses y venía para que le hiciera terapia neural ya que se había corrido la voz en el pueblo que yo atendía pacientes con dolor. Le hice la historia clínica, la examiné y les expliqué lo que significaba la terapia neural, uno de los tratamientos que yo instauraba. Ella y su hija aceptaron.
Yo la acosté en la camilla y ella sentía mucho dolor. Su cuerpito estaba todo encorvado y además el dolor se le irradiaba por la cara posterior de los muslos. La señora lloraba y sus ayes eran lastimeros, tan lastimeros que yo mismo sentía dolor y aprehensión. Le hice un bloqueo del isquíatico y le inyecté unas pápulas –inyección intradérmica- en su espalda, desde la cabeza hasta la región lumbar. Yo usaba una mezcla de Lidocaína (10 mg/ml) 1 ml + 9 ml de solución salina. Mi paciente lloró un rato y después se calmó. Yo la acompañé con su hija hasta el automóvil de ésta última, me despedí de ellas y quedamos en encontrarnos la semana siguiente.
Llegó el día de la 2a cita y yo estaba realmente inquieto por saber de mi paciente. Ella llegó puntual, como todos los suecos, a la hora precisa, la hice entrar en el consultorio y empezamos a hablar. Había tenido una leve mejoría. Se sentía un poco mejor, pero no bien. Le expliqué que a veces el efecto es casi instantáneo, pero que a veces demoraba un poco más. Ellas entiendieron bien la situación. Le reforzé el tratamiento en la nuca y en unas cicatrices. La acompañé al automóvil de su hija otra vez y quedamos en vernos la siguiente semana. 
Así seguimos y ya en la cuarta sesión la paciente llegó caminando sola, no quería que su hija la apoyara en su caminar. Estaba feliz y quería mostrarme cuán bien se sentía al poder caminar normalmente. Los dolores habían desaparecido y se movilizaba lentamente por su edad, pero ella decía sentirse bien. Había desaparecido el dolor de las piernas y del isquiático y su espaldita estaba erecta, sin dolor.
Nos vimos en dos ocasiones más y ella se sintió super bien. Un día llegó quejándose de una infección en la pierna derecha. La examiné. Fue por un golpe que se dió. Se le había infectado y le hice terapia neural localmente y le receté un antibiótico porque no me gustaba el aspecto que tenía la herida. La paciente respondió bien. Desde entonces no la he vuelto a ver. 
Desafortunadamente no pude terminar mi rural en ese pueblo y me tocó buscar en otro lado. Siempre la recuerdo con mucho cariño. Ella era mi paciente estrella.
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