Agencia de Noticias UN - Bogotá D. C., feb. 25 de 2014 -
Mil muertos por mesotelioma y 2 mil por cáncer de pulmón es la cifra
que provoca cada año el asbesto en Italia. Científicos de esta nación
advierten en Colombia sobre el peligro del uso de este insumo
industrial.
La carga de mortalidad de esta enfermedad hizo que se convirtiera en una de las prioridades en materia de salud pública para el Estado italiano desde hace poco más de dos décadas. Así lo comunicaron expertos del Instituto Superior de Sanidad (ISS) de ese país durante su visita a la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá.
En el marco de la Conferencia Internacional de Salud Ambiental y Ocupacional, organizada por el Instituto de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la U.N., los investigadores del ISS compartieron con los asistentes los resultados de un trabajo de investigación y seguimiento a los efectos de esta fibra mortal en este tiempo.
Aunque desde hace 22 años entró a regir una prohibición total del uso industrial de este material en Europa, y por ende, en ese país, el periodo de latencia, de 46 años, ha hecho que continúen apareciendo las consecuencias en la salud de las personas.
“La mortalidad de cáncer debido al asbesto sigue la curva de consumo con una brecha que va desde 30 a 40 años. Por lo tanto, en Europa se llegará al máximo de la mortalidad en torno al año 2020”, explica Fulvio Cavariani, funcionario del ISS.
El experto italiano señala que de las 8.000 municipalidades de Italia, en 150 se ha observado un aumento significativo de la mortalidad por el mesotelioma pleural (aquel que ataca el revestimiento exterior de los pulmones o mesotelio).
Este dato es un indicador de la elevada y duradera exposición a este material en los lugares de trabajo y en el medioambiente. Asimismo, estos 150 lugares comprenden las áreas del país en donde más se produjo asbesto en el siglo pasado.
En 2006, la Organización Mundial de la Salud (OMS) emprendió una estrategia para combatir las enfermedades provocadas por la inhalación de la fibras de este mineral y en octubre del año pasado la Comisión Internacional de Salud Ocupacional lanzó la declaratoria para una prohibición mundial de la minería, la venta y el uso de todas las formas de asbesto para la eliminación de enfermedades relacionadas con este producto.
Sin embargo, pese a estos esfuerzos y a su prohibición en 56 países, entre ellos Argentina, Chile, Uruguay y Honduras, la explotación, comercialización y venta de este material continúa en otras latitudes.
En Colombia, a finales de noviembre de 2013 el debate sobre los riesgos a la salud provocados por el asbesto se revivieron a raíz de la reapertura de una mina ubicada en el municipio de Campamento (en Antioquia), luego de permanecer cerrada desde el año 2010.
Los expertos recuerdan que durante las primeras siete décadas del siglo XX el asbesto fue producido y utilizado particularmente en los países industrializados. Los dos principales productores fueron Canadá y la antigua Unión Soviética, que proporcionaron más de las dos terceras partes de la producción mundial.
En África, el asbesto se extrae principalmente en Sudáfrica y Zimbabue, y representó alrededor del 10% de la producción mundial durante el mismo periodo. A estos países productores se pueden añadir China y Brasil, dos naciones cuya producción creció considerablemente en la última parte del siglo pasado, representando en conjunto el 7% de la producción mundial.
En la actualidad, China y Brasil tienen alrededor del 30% de la producción mundial. En este último, diferentes Estados han prohibido o restringido el uso de asbesto recurriendo al modelo canadiense: reducir el consumo nacional y fomentar las exportaciones a otros países, en este caso Centroamérica y Suramérica.
Para la experta Daniela Marsili, “la problemática del asbesto resulta de fundamental importancia en un enfoque global de salud pública”, pues es urgente saber cómo combatir el uso de un material que sirve para elaborar más de más de 3 mil tipos de productos en todo el mundo.
“La mayor solución es la prohibición total de su explotación”, expresa Pietro Comba, del ISS.
Para ello, es necesaria la existencia de un entorno político, normativo y social en cada país. En la actualidad, diferentes organismos internacionales han instado a los Estados a potenciar la colaboración internacional para estimular la transferencia de conocimiento sobre las prácticas óptimas en materia de prevención de dichas enfermedades y las alternativas al asbesto.
En ese sentido, el Gobierno italiano puso en marcha el Proyecto Amianto, financiado por el Ministerio de Salud y coordinado por el Instituto Superior de Sanidad.
Entre 2009 y 2012, el ISS italiano conformó una red de instituciones académicas y de investigación entre los países de Europa y de América Latina. Dicha red está dirigida a la formación y promoción de la publicación científica de acceso abierto en el campo de la salud pública. Uno de esos centros académicos es el Instituto de Salud Pública de la Universidad Nacional de Colombia.
Estas actividades de cooperación buscan la diseminación de la información científica enfocada en la prevención de las enfermedades relacionadas con el asbesto, y se dirigen a los países donde el uso del asbesto sigue siendo permitido o se ha prohibido recientemente. Se trata de un tema de especial interés para la región latinoamericana y, por ende, para Colombia.
De acuerdo con datos de la OMS, en el mundo hay 125 millones de personas expuestas al asbesto y, según sus cálculos, este genera 107.000 muertes anuales por cáncer.
(Por:Fin/DMH/CAPG/sup)
N° 212
La carga de mortalidad de esta enfermedad hizo que se convirtiera en una de las prioridades en materia de salud pública para el Estado italiano desde hace poco más de dos décadas. Así lo comunicaron expertos del Instituto Superior de Sanidad (ISS) de ese país durante su visita a la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá.
En el marco de la Conferencia Internacional de Salud Ambiental y Ocupacional, organizada por el Instituto de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la U.N., los investigadores del ISS compartieron con los asistentes los resultados de un trabajo de investigación y seguimiento a los efectos de esta fibra mortal en este tiempo.
Aunque desde hace 22 años entró a regir una prohibición total del uso industrial de este material en Europa, y por ende, en ese país, el periodo de latencia, de 46 años, ha hecho que continúen apareciendo las consecuencias en la salud de las personas.
“La mortalidad de cáncer debido al asbesto sigue la curva de consumo con una brecha que va desde 30 a 40 años. Por lo tanto, en Europa se llegará al máximo de la mortalidad en torno al año 2020”, explica Fulvio Cavariani, funcionario del ISS.
El experto italiano señala que de las 8.000 municipalidades de Italia, en 150 se ha observado un aumento significativo de la mortalidad por el mesotelioma pleural (aquel que ataca el revestimiento exterior de los pulmones o mesotelio).
Este dato es un indicador de la elevada y duradera exposición a este material en los lugares de trabajo y en el medioambiente. Asimismo, estos 150 lugares comprenden las áreas del país en donde más se produjo asbesto en el siglo pasado.
En 2006, la Organización Mundial de la Salud (OMS) emprendió una estrategia para combatir las enfermedades provocadas por la inhalación de la fibras de este mineral y en octubre del año pasado la Comisión Internacional de Salud Ocupacional lanzó la declaratoria para una prohibición mundial de la minería, la venta y el uso de todas las formas de asbesto para la eliminación de enfermedades relacionadas con este producto.
Sin embargo, pese a estos esfuerzos y a su prohibición en 56 países, entre ellos Argentina, Chile, Uruguay y Honduras, la explotación, comercialización y venta de este material continúa en otras latitudes.
En Colombia, a finales de noviembre de 2013 el debate sobre los riesgos a la salud provocados por el asbesto se revivieron a raíz de la reapertura de una mina ubicada en el municipio de Campamento (en Antioquia), luego de permanecer cerrada desde el año 2010.
Los expertos recuerdan que durante las primeras siete décadas del siglo XX el asbesto fue producido y utilizado particularmente en los países industrializados. Los dos principales productores fueron Canadá y la antigua Unión Soviética, que proporcionaron más de las dos terceras partes de la producción mundial.
En África, el asbesto se extrae principalmente en Sudáfrica y Zimbabue, y representó alrededor del 10% de la producción mundial durante el mismo periodo. A estos países productores se pueden añadir China y Brasil, dos naciones cuya producción creció considerablemente en la última parte del siglo pasado, representando en conjunto el 7% de la producción mundial.
En la actualidad, China y Brasil tienen alrededor del 30% de la producción mundial. En este último, diferentes Estados han prohibido o restringido el uso de asbesto recurriendo al modelo canadiense: reducir el consumo nacional y fomentar las exportaciones a otros países, en este caso Centroamérica y Suramérica.
Para la experta Daniela Marsili, “la problemática del asbesto resulta de fundamental importancia en un enfoque global de salud pública”, pues es urgente saber cómo combatir el uso de un material que sirve para elaborar más de más de 3 mil tipos de productos en todo el mundo.
“La mayor solución es la prohibición total de su explotación”, expresa Pietro Comba, del ISS.
Para ello, es necesaria la existencia de un entorno político, normativo y social en cada país. En la actualidad, diferentes organismos internacionales han instado a los Estados a potenciar la colaboración internacional para estimular la transferencia de conocimiento sobre las prácticas óptimas en materia de prevención de dichas enfermedades y las alternativas al asbesto.
En ese sentido, el Gobierno italiano puso en marcha el Proyecto Amianto, financiado por el Ministerio de Salud y coordinado por el Instituto Superior de Sanidad.
Entre 2009 y 2012, el ISS italiano conformó una red de instituciones académicas y de investigación entre los países de Europa y de América Latina. Dicha red está dirigida a la formación y promoción de la publicación científica de acceso abierto en el campo de la salud pública. Uno de esos centros académicos es el Instituto de Salud Pública de la Universidad Nacional de Colombia.
Estas actividades de cooperación buscan la diseminación de la información científica enfocada en la prevención de las enfermedades relacionadas con el asbesto, y se dirigen a los países donde el uso del asbesto sigue siendo permitido o se ha prohibido recientemente. Se trata de un tema de especial interés para la región latinoamericana y, por ende, para Colombia.
De acuerdo con datos de la OMS, en el mundo hay 125 millones de personas expuestas al asbesto y, según sus cálculos, este genera 107.000 muertes anuales por cáncer.
(Por:Fin/DMH/CAPG/sup)
N° 212
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